domingo, 25 de septiembre de 2011

La constelación de la Lira




                                                                                       
                                                                                           

                                                                                                                            






                                          En el rancho de la playa

                                                            Capítulo I

                  La constelación de la Lira y el polvo curry









El fondo del rancho de la playa

Llegamos al rancho que teníamos en la playa y mientras las mujeres se dedicaron a asear todo, los varones, como siempre, acarreábamos lo que había que ventilar y lo volvíamos a entrar bajo sus estrictas órdenes.
Estábamos a principios de setiembre de 1963. En el atardecer la sobremesa se hizo larga. Llegada la noche Aniceto Smith con su pequeño telescopio, apoyado con nuestros binoculares, intentaría mostrarnos la constelación de la Lira o por lo menos a Vega. Por una vez  habíamos abandonado la parrilla y el viejo horno volvió a trabajar. De la corvina y las papas con curry no quedaba ya nada y el vino y la cerveza habían comenzado a escasear.                                                                                                                          - Nada como las papas con curry – dijo Horacio Redondo.
- No sé – repuso León dubitativo. A León le molestaba  que lo llamáramos por su apellido. A cualquiera le hubiera sucedido lo mismo. El padre, que se había creído un fino humorista, le había hecho al hijo con el nombre, una humorada. Aclaremos el punto con pocas palabras. El apellido de nuestro biólogo es Manso.                                      
 - Cuando recuerdo lo que le pasó a un amigo mío – continuó León – a veces lo dudo. El polvo curry puede ser muy peligroso.                                                                                                                                   Todos nos reímos alegremente, llenamos por última vez los vasos del pálido casco viejo y abrimos los oídos. Los horneros se instalaron cómodamente en el grueso eucaliptus y la brisa, que había cruzado de sur a norte, comenzó a soplar suavemente y se detuvo luego, curiosa, a escuchar la relación. El invierno moría ya en el balneario, alargando las tardes y templando las mañanas y la barra del rancho cumplía una vez más con el ritual de la reunión gastronómica, auténtica simposia, del primer fin de semana de cada mes, si el tiempo lo permitía. Nos íbamos el viernes de tarde y volvíamos el lunes de mañana a cumplir con la rutina cotidiana               .                                                                                                                              - Gabito Tibornio, - León se detuvo  a encender un cigarrillo, - trabajó desde muchacho como ayudante de cocina en muchos lugares y lentamente, con esfuerzo y dedicación, llegó a ser un chef muy cotizado, posiblemente alguno de ustedes haya oído habar de él, aquí y en Buenos Aires. En Punta del Este dio fama a varios restaurantes durante muchas temporadas veraniegas. Todo anduvo perfectamente hasta que un día, en Montevideo, comenzó un patrón a cargosear con el polvo curry pidiéndole que lo usara porque le daba categoría a las comidas. Gabito hacía como que no oía, como que no era con él la conversación. Pero el hombre se puso pesado y continuó machacando con el tema. Al final Gabito Tibornio capituló y comenzaron sus males -                                                                                                                                   El relato fue interrumpido por la presencia de Raúl, un vecino que quería saber si esa noche íbamos a efectuar alguna observación del cielo. Roto el encanto nos dedicamos a otras actividades y León prometió terminar la historia al día siguiente.                                                                                                                
Esa noche nos dirigimos a la playa y nuestro óptico del equipo, Aniceto, apoyado por Redondo que también era aficionado a la Astronomía, nos mostrarían una de las maravillas del cielo nocturno, la Lira. Una vez allí fue instalado el pequeño telescopio de Aniceto y también atacamos el firmamento con nuestros binoculares. El  querido amigo nos mostró la constelación a la orilla de la Vía Láctea y la pudimos localizar fácilmente por su estrella Alfa, quinto lugar entre las estrellas más brillantes del firmamento, denominada Vega, cuyo nombre procede de la palabra árabe “Águila que cae”, “Águila posada” o “Águila de ataque.  










También pudimos ver a sus vecinas Epsilón y Zeta que complementan las alas cerradas de Vega. Luego nos contó que una tribu australiana identifica la corona boreal con un nido de águilas y que Altaír de Águila y Vega de la Lira eran las águilas que protegían el nido de intrusos. Vega, Deneb del Cisne y Altaír de Águila forman el triángulo de verano del hemisferio norte. Nos suministró un mapa estelar en donde se muestra a Lira a la derecha arriba de Heracles y debajo de Águila. A la derecha de Lira encontramos a Cisne y pudimos observar además el entorno de la constelación.

Constelación de La Lira



En un segundo mapa vimos solamente la constelación de la Lira con sus estrellas más brillantes. Aquí estaban marcadas estrellas hasta magnitudes visuales cercanas a 6 que en nuestras condiciones de cielo no se pueden ver a simple vista.
En realidad, consiguiendo un lugar libre de polución lumínica como éste yo personalmente no puedo observar bien a ojo desnudo estrellas con más de 4 y pico de magnitud visual 
En Lira también pudimos apreciar, con el telescopio de Aniceto por supuesto, entre Sheliak y Sulafat la nebulosa Anular de Lira.
Es una nebulosa planetaria en forma de anillo semejando una alianza minúscula marcada claramente. Es la famosa M 57 (ver el mapa) que tiene una estrella central, que originó la nebulosa, enana blanca de magnitud 14 y que posee gran temperatura superficial.                                     
A esa altura de los acontecimientos el cielo comenzó a cubrirse de molestas nubes y de esa manera debimos retornar al rancho confiando que podríamos terminar a la noche siguiente la observación que habíamos comenzado tan alegremente.






Lira el 5 de setiembre a las 21h, mirando al Norte desde el rancho

 Al día siguiente, terminando de cenar y antes de dirigirnos a la playa, afortunadamente el cielo estaba límpido, intentamos que León nos continuara con su anécdota. León suspiró, tomó un trago de vino y observó el cielo a través de la ventana. El silencio fue interrumpido por un carraspeo interrogativo de Blas Amestoy, el músico de la barra. León lo miró con la insolencia aplastante con que puede mirar un elefante a un mosquito y se enfrascó, en castigo, durante varios segundos en mirar más allá de las orejas de Magda, la cara mitad de Redondo.
- Lo que nadie sabía y menos el infeliz Tibornio era que sufría de alergia. Nunca galeno alguno se la había detectado. Pero el polvo curry la despertó violentamente. Fue ponerse a trabajar con él y el pobre amigo, tener que dejar de trabajar. A partir de ese momento Gabito Tibornio, pobre amigo, no sirvió para nada. La alergia lo liquidó –
Nuestro viejo camionero, don Pancho, que nos acarreaba al rancho de la playa le preguntó si se brotaba o le daba asma. Le contestó que ni lo uno ni lo otro, estornudaba. Redondo rezongando afirmó que eso se solucionaba  no usando más curry.. León le informó que no lo usó más, pero que la alergia no le desapareció. Rita, la señora de Aniceto comentó que era un caso curioso.
-Curiosísimo acotó Aniceto Smith, el óptico del equipo y nuestro orientador observacional. 
Teresa preguntó si no había vuelto a trabajar de cocinero.
A su vez León le interrogó, irónico, si ella alguna vez había visto un cocinero a estornudo limpio a cada instante. Preocupado Aniceto Smith, el que vivía de los defectos visuales de sus semejantes, no se conformaba que nunca pararan los estornudos. Le contestó que sí, cuando dormía o cuando Petronila, su esposa, le colocaba paños tibios en las manos.        

-De todas formas no podía trabajar porque cocinero dormido nunca se ha visto –
Inconsolada Magda no se conformaba que nadie pudiera hacer nada por él. León le dijo que si y que no.

- Fue a cuanto médico le recomendaron, nada. Luego trepó a una montaña de especialistas y le aseguraron que tenía un estado alérgico permanente producido efectivamente por el polvo curry. Mas nadie encontraba forma de curarle o por lo menos de aliviarle el estado anormal que le acongojaba. Fue a Buenos Aires sin obtener resultados positivos, varias curanderas fracasaron estrepitosamente y la homeopatía naufragó en el proceloso mar de su alergia cúrrica. Por fin, en Estados Unidos, un especialista mediante una cantidad considerable de dólares que cortaban la respiración, usó sus ahorros de los años de las vacas gordas, le sacó la alergia. Mediante una serie de inyecciones dejó de estornudar y también perdió el olfato. El especialista yanqui no se lo pudo devolver. Ni él ni nadie. De nuevo a recorrer el espinel y el resultado fue nones. No pudo trabajar de cocinero porque él había llegado a ser famoso mediante su olfato. Por la nariz sabía cuando un platillo estaba a punto, cuando había que retirar la sartén del fuego, como estaba el pescado en el horno y demás. Controlaba el pollo y las carnes con la nariz y sin su olfato era hombre liquidado.

Redondo sugirió que podía retirar la sartén del fuego cuando se quemara los dedos al tocarlo. León no le escuchó o hizo que no le escuchaba y continuó su relato sin detenerse en contestarle con  algún chascarrillo.

 -De policía no lo tomaron, supongo porque no podía olfatear las pistas de los cacos. Compró una panadería y se le quemó el pan. Trabajó, ya sin capital alguno, en una ferretería. Lo echaron cuando no sintió el olor a humo en el depósito que se quemó totalmente conjuntamente con el resto de la referida ferretería. Como despachante de nafta fracasó cuando no se percató de la pérdida en una manguera y no olió tampoco, que iba a oler el pobre, al automovilista que bajó del coche alegre y fumando. El ruido de la explosión se sintió a dos cuadras de distancia. Cuando salió del hospital Gabito Tibornio era la sombra de un hombre. Viajó de nuevo a Estados Unidos. Tenía que insistir ante el especialista que le sacó los estornudos y el olfato. Cuando éste se enteró se hizo humo-                 
- ¿Y Gabito?                                                                                                                                                       - Todavía lo está buscando



A la noche volvimos a instalar todos los trebejos y Redondo nos arrimó una planilla con las estrellas,  magnitudes visuales, distancia en años luz, el tipo espectral y el color de las principales estrellas de Lira que pudimos observar. Aclaró que Sheliak es una doble espectroscópica y binaria eclipsante y que  Epsilón 1 y Epsilón 2 tienen una magnitud aparente 5. En realidad son cuatro estrellas blancas 













                                                                    
Planilla con las estrellas de Lira



Lira forma un conjunto de estrellas pequeño y compacto con una sola excepción, una estrella brillante, Vega, que se destaca nítidamente del grupo, por ello los antiguos griegos denominaban a la constelación con el mismo nombre de la estrella. Se dice que en aquellos días el lento movimiento con que la estrella describía su breve diario círculo hizo que se le llamara tortuga.
Pasó mucho tiempo y los griegos  nominaron tortuga a un instrumento musical creado con cuerdas insertadas sobre una concha de dicho animal La estrella entonces fue denominada indistintamente tortuga o Lira hasta que dejó de ser tortuga para ser definitivamente Lira. 
En la figura Lira está dibujada conforme la vemos nosotros desde el hemisferio sur, como un instrumento musical elaborado con el caparazón de un quelonio.
Otros científicos sostienen que en realidad Vega, si bien en tiempos de Ptolomeo era ya de primera magnitud, en épocas remotas no fue tan brillante como ahora y por ello los griegos no le dieron nombre propio aparte del de su grupo. También la constelación pudo haberse denominado Lira desde antaño ya que para los griegos ese era un instrumento musical corriente. 





Dibujo de Lira y sus componentes

La Lira de la figura fue dibujada por Sydney Hall por el 1825 y marca ocho estrellas, siete de las cuales integran la figura de la Lira. A partir de 1830 se dejó por completo de darle al cuerpo de la Lira forma de caparazón de tortuga.                                                                                                                                        Por allí navega la nebulosa Anular M 57, situada a 2.000 años luz presentando una envoltura gaseosa de una estela central y que constituye aproximadamente la cuarta parte externa de la masa de la estrella. A través del pequeño telescopio de Aniceto la vimos como un vago disco elíptico. Si se mira atentamente el núcleo de la estrella, se le observa de color azulado debido a la alta temperatura que posee. Según dicen reputados astrónomos será así como se verá nuestro Sol dentro unos cinco mil millones de años.







Sheliak, doble espectroscópica y binaria eclipsante, tiene una variación en su brillo aumentando prácticamente una magnitud entre ambos períodos cada 12,9 días. En el segundo mapa y en la planilla vimos la presencia de RR Lira estrella variable con dos períodos regulares inferiores a un día. Es la estrella prototipo de las variables que se denominan precisamente variables tipo RR Lyrae. Todas ellas poseen una magnitud absoluta de alrededor de 0,5 y ello sirvió para medir las distancias hasta los cúmulos globulares en los cuales hay estrellas de ese tipo. Gracias a ello Shapley, por los años veinte, descubrió que el Sol no se encuentra situado en el centro de nuestra galaxia.                                                                 

Respecto de cómo fue a parar, según los mitólogos, la Lira al firmamento en forma de constelación, nos explicó Redondo, muy conocedor de la mitología astronómica griega, que hay dos versiones. Una sostiene que el asunto se origina en el siglo VI a.C. en Lesbos donde nació el luego poeta y músico Arión. El tirano Periandro lo hizo matar y el dios Helio lo colocó entre las estrellas. No se sabe donde el dios colocó la figura de Arión en el firmamento. Otra nos cuenta de Orfeo, el famoso músico. El niño Hermes había inventado la lira y se la regaló a Orfeo. La amada de Orfeo, Eurídice, murió envenenada por la picadura de una víbora. Orfeo descendió al infierno y Hades se emocionó con su música  y le permitió regresar con Eurídice, mediante la condición de que no volviera la vista atrás hasta que hubieran salido de los infiernos. Partió Orfeo y le siguió su amada guiada en la oscuridad por el dulce sonido de la lira.



Orfeo tocando la lira junto a su amada Eurídice



Cuando Orfeo llegó a la luz protectora de Helios, bautizado por el músico luego como Apolo, se dio vuelta para ver si ella estaba detrás de él, pero Eurídice todavía no había salido de la espesa y opaca niebla. De esa manera ella muere por segunda vez.
El músico poeta tuvo muchas aventuras; siendo sacerdote de Apolo  fue asesinado por mujeres que entraron al templo, le cortaron la cabeza y la lanzaron al río Ebro. Allí siguió cantando mientras lo arrastraba la corriente, acompañada de la lira. La cabeza fue a parar a la cueva de Antisa, consagrada a Dionisos. En ese lugar comenzó a profetizar hasta que Apolo enojado por sus oráculos fue a la cueva, se sentó sobre la cabeza de Orfeo y le ordenó callara para siempre.  Satisfecho por la actitud sumisa de la cabeza, Apolo solicitó a Zeus, apoyado por las musas, le dieran un lugar en el firmamento a la famosa lira y de esa manera fue colocada la Lira como constelación.



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