sábado, 26 de marzo de 2011

Los primeros seres humanos, Lucy y Ardi


Los primeros seres humanos, Lucy y Ardi



Lucy y Ardi


Estuvimos estudiando a Lucy cuyos restos se estimaron son los de “La primera familia” humana, los Australopithecus y luego continuamos con el Homo Hábilis. Pero en realidad Lucy no es el ejemplar más antiguo y dejó de ser “la abuela de la humanidad” para ceder su lugar a Ardi, ejemplar hallado hace quince años, de la familia de los Ardipithecus ramidus (figura Nº 1).


                                                          1 Ardi, Ardipithecus ramidus

Cuando supe del asunto me extrañó que los medios de comunicación masivos, televisión, diarios y radios, no hubieran dicho una palabra sobre el asunto que tuvo divulgación mundial hace unos meses. De inmediato comprendí cual fue la causa, la muerta era muy vieja, no había sangre fresca que mostrar ni familiares que lagrimearan ante las cámaras, no existía el sensacionalismo ni cabía presentar aparentes sesudos cronistas haciendo conjeturas. No hay drama humano que exhibir, no se puede montar un reality show En realidad no era un material vendible porque ninguno de esos comunicadores  tiene ojos en la nuca y carecen de interés por todo lo que sea investigar acerca del pasado del ser humano. Tampoco influiría en el rating de audiencia y por último nadie iba a poder trepar políticamente con el hecho para aumentar sus niveles de popularidad. ¡No somos nada!

En el Awash Medio, en las orillas y cercanías del lago Yardi, se pueden encontrar fósiles debido a que los cuerpos de los animales quedan enterrados y no se descomponen porque en el correr del los tiempos geológicos, arcaico, proterozoico y fanerozoico, el agua filtra los minerales de los huesos y elimina la materia orgánica.
Cuando era niño, junto con mi hermano, encontramos en el lecho del río Negro un cráneo totalmente conservado, que luego supimos era de un mao pelada, restos de lobitos de río y el esqueleto completo de un carpincho. Asimismo, en varias visitas, hallamos bonitas piedras, que examinadas detenidamente, descubrimos eran cuerpos petrificados. Incluso hallamos frutas varias entre la que se destacaba una hermosa banana perdida, vaya a saber desde hace cuanto tiempo, en el  lecho del proceloso Hum. La banana la pinté y se la regalé a una tía mía. El resto de los demás hallazgos fueron desapareciendo con el tiempo, supongo que mi madre los hizo desaparecer.

Tim D. White, con el apoyo de los colegas etíopes Gidal WoldeGabriel y Berhane Asffaw, hace quince años descubrieron el esqueleto de un humínido. Fue una hembra que murió hace 4,4 millones de años en Aramis, a menos de 30 kilómetros al norte de donde se encuentra actualmente el lago Yardi.
Nos cuenta Jamie Shreeve que “Después de morir, los huesos de Ardi fueron enterrados rápidamente. Los minerales empezaron a reemplazar la materia orgánica. Al continuar el movimiento de la falla geológica, la cuenca del Afar se hundió y se llenó de sedimentos. Las fallas y los movimientos ascendentes, junto con la erosión, conspiraron para volver  a exponer sus huesos fosilizados”.
De la especie Ardipithecus, a la mujer adulta encontrada se le llamó Ardi, quien como las ardillas se alimentaba de hojas, frutas, nueces y otros frutos secos. Así lo indican los dientes hallados. El 17 de diciembre de 1992 el paleontólogo Gen Suwa encontró el molar de un homínido, días después Alemayehus Asfat, fanático de los fósiles, halló un pedazo de una mandíbula infantil con una muela. Suwa y White comprendieron de inmediato que era de un ser mucho más primitivo de los conocidos hasta entonces. En 1993 se continuó explorando Aramis y aparecieron caninos, molares, dientes y un brazo fósiles de homínidos en la zona de árboles y plantas. El análisis de los isótopos del esmalte de los dientes hallados mostraba la existencia de una dieta vegetariana del entorno boscoso. En caso de ser bípeda, White y su equipo estaban al borde de un gran descubrimiento. Fue entonces que al nuevo homínido se le dio el nombre de Ardipithecus ramidus. En lenguaje afar, ardi significa suelo y ramid, raíz.
En 1994 volvió White y su equipo al lugar y al caer la tarde del primer día de excavación Yohannes Haile-Selassie se topó con el hueso de una mano muy cerca del lugar en donde habían aparecido lo dientes, hacía un año. Como ya no se veía bien dejaron la tarea para el día siguiente. Encontraron huesos de mano y pie, una tibia, un cráneo (figura Nº 2) y una pelvis. Luego hallaron más huesos y llegaron a la bonita suma de 125. Tenían un extraño esqueleto casi completo, si consideramos que actualmente el esqueleto de un humano adulto tiene unos 206 huesos.


                                                     2 Cabeza de Ardi. Foto Tim. D. White

Pasaron dos años largos para que pudieran recuperar el esqueleto. Otros varios años fueron necesarios para preparar los huesos y catalogarlos. Trabajaron también con los nuevos huesos que seguían apareciendo de otros ejemplares fósiles. Suwa escaneó los huesos con un tomógrafo computado y creó versiones digitales para analizarlas a fondo. Durante quince años el equipo encabezado por White fueron los únicos que estuvieron trabajando con Ardi.

Cuando estudiaron el hueso del pie, llamado cuneiforme medial, que se articula con la base del dedo gordo del pie, constataron fehacientemente que, si bien el esqueleto hallado era como de un simio, su pie no lo era porque Ardi podía caminar erguida con sus restantes cuatro dedos alineados (figura Nº 3)

                                                                        

                                              3 Su pie no era de simio. Crédito Tim D. White

La pelvis, según el anatomista Owen Lovejoy “muestra un primate primitivo a medio camino de convertirse en humano”. Por otra parte, la mano de Ardi (figura Nº 4) difiere de la de los simios, porque si bien posee dedos largos, la palma es corta y muy flexible, por lo cual podía caminar sobre sus palmas en las ramas de los árboles y también sostenerse de las ramas por detrás de su cabeza. Asimismo afirma Lovejoy, los machos no disputaban por las hembras y formaban parejas estables. El macho le llevaba a su hembra y sus crías alimentos y ello requería que tuviera las manos libres mientras caminaba transportando la comida para su familia.

                                               
                                                 4 Mano de Ardi. Crédito Tim E. White
 
En conclusión White sostiene que Ardi no es el eslabón perdido, humanos y simios derivan de un común ancestro pero ambos grupos evolucionaron en forma separada y distinta hasta el presente. “En la primera etapa estaba Ardipithecus, el punto cero, un bípedo primitivo con parte del pie en el pasado y otra en el futuro, con los colmillos de los machos reducidos y  “feminizados” en su forma, con un hábitat restringido a zonas arboladas”.

De esa manera Lucy, la mujer africana que vivió hace 3 millones de años, dejó de ser nuestro primer antepasado en la cadena de evolución de los primates. Ahora se conoce que es "Ardi", otra mujer africana de 120 centímetros de altura y 50 kilos de peso, que habitó en las zonas boscosas, hace 4.4  millones de años, en lo que hoy es Etiopía, el primer antepasado del ser humano actual.

"Una conclusión sorprendente es que es probable que los simios africanos hayan evolucionado ampliamente desde que compartimos ese último ancestro común, lo que convierte así a chimpancés y gorilas vivos en pobres modelos para el último antepasado común y para entender nuestra propia evolución desde ésa época”. Dice Tim White desde la Universidad de California Berkeley.
En uno de los artículos publicados en 'Science' Tim White presenta los principales descubrimientos de la investigación. Los científicos estudiaron 110 especímenes de Ardipithecus procedentes de la cordillera de Afar al noroeste de Etiopia.
El ejemplar mejor conservado, Ardi, es una hembra que pesaba 50 kilogramos y medía alrededor del metro y medio y de la que se conserva un esqueleto parcial con gran parte del cráneo, manos, pies, miembros y pelvis. Tenía un cerebro pequeño, incluso más pequeño que el del Australopithecus. Su cara poseía un hocico prominente, lo que le confería una apariencia similar a los simios aunque no se proyectaba tan adelante como la parte inferior de las caras de los simios africanos modernos. Algunas características de su cráneo, como el promontorio sobre el entrecejo, son bastante diferentes a las de los chimpancés (figura Nº 5).


                                                                                        Reconstrucción del esqueleto de Ardipithecus Ramidus

El análisis de sus dientes también sugiere que el 'Ardipithecus' era socialmente menos agresivo que los chimpancés y otros simios africanos actuales. Además, el hecho de que los dientes de macho y hembra sean de tamaños similares, a diferencia de lo que sucede en los simios africanos, también indica que estos homínidos podrían haber participado en un sistema social que supusiera menos competición entre los machos.
Los investigadores también proponen que las manos del ancestro más temprano de los seres humanos, eran ya relativamente ágiles y que sólo requerían un alargamiento de los pulgares y un acortamiento de los dedos para utilizar y producir herramientas.

                             
                               De Homo Erectus a Neanderthalis

                                                                 IV
                                     Conociendo al Homo erectus

Hasta hace 1,3 millones de años la historia de los homínidos parece se desarrolló solamente en África, única zona sin glaciaciones; a partir de allí surge una nueva especie: el Homo Erectus, que antiguamente era conocido como Pithecanthropus. Hay antropólogos que hacen aparecer el Homo Erectus hace 1.500 millones de años. Sus restos se encuentran en África, Asia y Europa. Siendo originaria de África ha sido la primera especie con tendencia a emigrar, debido a los necesarios desplazamientos en busca de nuevos territorios de caza. La duración de unos 1,2 millones de años de esta especie explica su difusión, sin necesidad de traumáticos desplazamientos en masa (figura Nº 6).


                                                      6 Dibujo de como sería un Homo Erectus



Aunque surgió hace 1,3 ó 1,5 millones de años, no se extinguió hasta aproximadamente 100.000 años, en el paleolítico inferior, coexistiendo por épocas con sus predecesores, y luego con el Homo Sapiens Neandertalensis, que lo reemplazaría. Su máximo desarrollo se alcanzó desde aproximadamente 730.000 a 100.000 años, fecha cercana, se supone, de su extinción, al principio de la cuarta glaciación. En Europa vivieron durante varias glaciaciones alpinas y períodos más templados. Durante estas glaciaciones el nivel del mar bajó considerablemente, por lo que se supone que los primeros llegarían a Europa a través del estrecho de los Dardanelos. La diferencia fundamental con los homínidos que lo antecedieron radica en el tamaño, sobre todo en el cerebro. Más alto, más delgado, capaz de moverse rápidamente en dos pies, tenía el pulgar más separado de la mano (pulgar oponible) y su capacidad craneana llegó a ser de 1.250 centímetros cúbicos. Fabricaba herramientas como el  hacha de piedra, instrumentos de pesca, flechas y lanzas, amén de cacharros y ropas para protegerse (figura Nº 7).

                                                           7 Eligiendo material para trabajar


Al principio conservaba el fuego aunque  no sabía como crearlo pero se sirvió de él para calentarse, cocer alimentos y ahuyentar enemigos. Lo convirtió en el "hogar", centro de la  vida social y elemento integrado en el entorno humano.
Con el fuego aparecen los primeros campamentos organizados, al aire libre, protegidos con maderas y cueros de animales cazados, o en  cuevas. Éste es el origen del verdadero cambio psicológico de la humanidad y del desarrollo de estructuras sociales, como el clan. Alrededor del fuego los cazadores contaban sus hazañas, organizaban la caza del día siguiente, relataban historias, muchas de ellas ya entrando en lo  mitológico y se reforzaban los lazos que unían la familia y el clan.

El fuego, fuente de energía, mejora su calidad de vida y permite la colonización permanente de áreas de lo que luego fue Europa que eran  inhabitables en épocas de frío intenso (figura Nº 8).
                                                    
                                                            8 Dibujo del grupo familiar junto al fuego


El grupo mejora la alimentación y la conservación de alimentos. Se utiliza en la fabricación de utensilios por endurecimiento y prolonga las actividades al lograr más horas de luz.
La tribu vivía de la caza, del carroñeo y de la recolección de gramíneas y vegetales. En función de ello su vida era nómade, explotando un determinado territorio según las migraciones de animales, épocas de recolección en lugares concretos de gramíneas y bayas de estación. Los hogares hallados eran en donde cierta parte del grupo desempeñaba una labor específica como ser la caza, despiece o talla de instrumentos. Existían campamentos al aire libre y otros en donde todo el grupo permanecía por un lapso prolongado.
Los restos hallados de los hogares más antiguos se han datado entre 500.000 y 400.000 años. Los lugares de habitación son, según las circunstancias, al aire libre  o en cuevas y abrigos naturales. En algunas estaciones al aire libre se  han localizado estructuras complejas formando cabañas donde se pueden  diferenciar distintas partes, para cocinar, tallar o descansar. Los cambios climáticos suponen grandes alteraciones en plantas y animales,  modificando intensamente los recursos accesibles para estas comunidades con una economía cazadora, pescadora y recolectora. Sus estrategias son todavía de supervivencia y adaptación al medio, que van cambiando, de forma cíclica, junto con los cambios en las distintas estaciones
En las excavaciones se han encontrado hachas de mano bifacies, ya con una simetría y más elaboradas que los de sus antecesores, el hendedor y las  bolas de arrojar. Estos útiles exigen un diseño mental previo más complicado que  los cantos trabajados del Homo Habilis, su función es también más especializada. La materia prima se selecciona más y mejor.
El Homo Erectus buscaba rocas duras y de grano fino como el sílex. Las herramientas se reducen de tamaño y la simetría es creciente. Y, ocasionalmente, en algunos grupos,  golpeando pirita con pedernal producía chispas que al caer sobre pasto seco encendían el fuego. Se descubren nuevas técnicas de talla, con percutor blando, madera y asta, que permiten mayor precisión en la fabricación de herramientas al darle mejores filos y acabados. Aparecen útiles de concepción compleja, raederas, buriles, raspadores, perforadores, que se desarrollarán en  épocas paleolíticas posteriores. Todavía no se trabajaba sistemáticamente el hueso ni el asta.
La organización familiar estaba constituida por grupos reducidos de integrantes para poder  explotar los recursos de un área sin agotarlos y cubrir las necesidades mínimas del grupo, que se ha calculado entre  seis o siete hasta veinte o treinta  miembros, dependiendo de los recursos accesibles, entre otros factores (figura Nº 9).



                            9 Un grupo reducido de integrantes preparándose  para comenzar alguna tarea

Su existencia estaba ligada también a la de conexiones con otros grupos para formar redes de intercambio matrimonial y de información. Si un grupo se aísla surge la endogamia y con ella la extinción del mismo al cabo de un tiempo. Los restos de los grandes mamíferos de esta época hallados pueden responder a actividades de carroñeo de grandes animales, mamuts, elefantes, hipopótamos, rinoceronte, muertos por causas naturales, o de los restos dejados por otros animales. Las actividades de caza de los grandes herbívoros requería la cooperación de varios grupos, que aportaban grandes cantidades de carne y reforzaban los lazos sociales. La recolección era muy importante ya que era más seguro que la caza y buscar restos de animales muertos.

En la década de 1930, el anatomista y antropólogo físico alemán Franz Weidenreich y otros expertos completaron el descubrimiento de la colección más famosas de fósiles de Homo erectus, cerca de Pekín, fósiles que en su conjunto recibieron el nombre popular de hombre de Pekín. Weidenreich fue quien reinterpretó en 1940 estos restos como Homo erectus pekinensis, una subespecie de Homo erectus.
En la cueva de Zhoukoudian se encontraron restos de más de 30 individuos que habían vivido entre hace 500.000 y 250.000 años. Las excavaciones se multiplicaron después de 1972. Miles de instrumentos líticos han sido encontrados en asociación con fósiles del Hombre de Pekín, tajadores, rascadores, cuchillos, martillos, yunques y algunas puntas. También instrumentos de huesos de ciervo, gamo y búfalo, como cavadores, cuencas, cuchillos y puntas. Se ha comprobado además que el Hombre de Pekín usaba el fuego para cocinar, pues en su cueva se han encontrado cenizas y carbón vegetal asociados a huesos de animales y a semillas quemadas; sin embargo, no hay acuerdo sobre si era fuego conservado de fuentes naturales o era ya producido artificialmente. Encontraron también instrumentos de construcción como martillo y otras herramientas.
En China se hallaron otros yacimientos importantes de fósiles de esta especie con gran número de utensilios fabricados por el Homo erectus y en otros lugares de antigüedad similar, al menos entre 1 millón y 250.000 años de antigüedad. Luego se descubrió, en Kenia, el Homo ergaster, que se puede considerar el erectus africano y probablemente la especie original. El conjunto de estos y otros hallazgos es clasificado actualmente dentro del género Homo y son designadas la especies de los hombres de Java y Pekín como Homo erectus, que parece haber evolucionado en África como Homo ergaster (figura Nº 10) a partir de las poblaciones anteriores de Homo habilis, para, a continuación, dispersarse por gran parte de Asia desde hace unos 1,7 millones de años.
                                                                     

                                   
                                        10 Una pareja de Homo Ergaster

Los últimos fósiles conocidos de la especie Homo erectus, en Java, están datados en unos 130.000 a 50.000 años antes del presente, aunque algunos no están totalmente de acuerdo. El Homo erectus  se dispersó ampliamente y tuvo, relativamente, larga vida.

Desde el descubrimiento del Homo erectus, los científicos se preguntan si esta especie era un antepasado directo del Homo sapiens. Las últimas poblaciones de Homo erectus  pueden haber vivido hace solamente 50.000 años, simultáneamente con poblaciones de Homo sapiens, y se descarta que a partir de estas últimas poblaciones de Homo erectus haya evolucionado el Homo sapiens. Aunque poblaciones anteriores de Homo erectus asiáticos podrían haber dado lugar al Homo sapiens, hoy se considera más probable que el Homo sapiens hubiera evolucionado en África probablemente de poblaciones africanas de Homo erectus. Luego los primeros Homo sapiens habrían migrado desde el noreste de África hace menos de 100.000 años al Asia, donde tal vez se encontró con los últimos Homo erectus.

Lo concreto es que los hallazgos realizados  en la zona del lago Turkana por Louise Leakey y Meave Leakey indican que los Homo habilis vivieron en África hasta hace al menos 1.440.000 años, esto significa que ambas especies coexistieron por un lapso de unos 500.000 años. Aunque hay autores como Erik Trinkaus que opinan que la convivencia no descarta que los Homo habilis sean ancestros directos de los Homo erectus.
Algunos científicos consideraron que el Homo erectus era el representante directo del actual ser humano, pero luego se supo que muchos Australopithecus poseían rasgos semejantes. También pudo haber sucedido que se mezclaran elementos de una y  otra especie, después de todo el amor es ciego. Eso sí, son los primeros humínidos que se distribuyeron ampliamente por la superficie del planeta, llegando hasta el sudeste de Asia.



                                                El hombre de Neanderthal

                                                                     V
                                                             Homo sapiens Neanderthalis
         

Una ó más subespecies del Homo erectus evolucionaron hasta llegar al Homo sapiens, un nuevo tipo físico. Los presuntos restos más antiguos del Homo  sapiens tienen una edad entre 250 mil y 50 mil años. En sentido estricto se le denomina Homo sapiens Neanderthalis, el hombre de  Neanderthal. Recibe este nombre por el lugar dónde se encontró el primer cráneo que demostraba la existencia de su especie, en el valle  de Neander, en Alemania. Los hombres de Neanderthal tenían el cerebro de mayor tamaño y el  cráneo distinto que del Homo erectus. Su mentón estaba hundido y su constitución era muy gruesa. Esta especie se encontró desde Europa occidental y Marruecos hasta China, pasando por Irak e Irán. Los neanderthales estaban más capacitados y eran mentalmente más avanzados que ningún otro ser que hubiera habitado en la Tierra anteriormente (figura Nº 11).




                                                                  11 Homo Neanderthal

Constituyeron la primera especie de homínido moderna que vivió por toda Europa, Asia y África. Su volumen craneal de 1.500 centímetros cúbicos, llegó a ser superior al nuestro. Eran mentalmente más avanzados que ningún otro ser que hubiera habitado en la Tierra anteriormente, también se les llamó antiguamente como “cabezas chatas”.
Esta especie humana vivió la última glaciación y se adaptó a ella construyendo hogares excavados en el suelo o en cavernas y manteniendo hogueras encendidas dentro de ellos. Para obtener fuego buscaban troncos secos y hacían orificios en ellos, luego le introducían hierbas secas. Sujetaban la parte superior de una vara seca, que previamente introducían en el hoyo, entre las palmas de las manos juntas, y comenzaban a hacerla girar hacia delante y hacia atrás, presionando hasta abajo del hoyo mientras la hacían girar. El movimiento continuo agrandaba el orificio y se acumulaba junto a las hierbas el aserrín generado. Así lograban que el orificio comenzara a echar humo y se encendiera una pequeña brasa, que encendía las fibras secas. Soplaban hasta que apareciera una llama, le agregaban unas cuantas astillas y ya tenían vivo el fuego. Se debía alimentarlo constantemente para que no se apagara. A tales efectos se designaban, expresamente, encargados de mantenerlo vivo. Generalmente de esa tarea se ocupaban algunas mujeres jóvenes, que luego conoceremos en la antigua Grecia como Vestales.

Los neanderthales que vivían en las zonas del norte de Europa fueron cazadores y se especializaron en atrapar a los grandes mamíferos árticos, el mamut y el rinoceronte lanudo, cuyos restos llevaban arrastrando hasta la entrada de sus cuevas, en donde los cortaban en pedazos.
Los hombres de Neanderthal se cubrían con pieles y disponían de mejores útiles de piedra y hueso que sus antepasados. Poseían manifestaciones rituales y artísticas, dibujaban en las cuevas tanto seres humanos como animales  (figura Nº 12), además realizaban una actividad novedosa, enterraban a sus muertos con gran esmero.
                                                                      
                                                                 
                                  12 Neanderthal dibujando animales en un la pared de una cueva

En Asia se encontró un niño de Neanderthal enterrado entre un círculo de cuernos de animales.
Los muertos no sólo eran enterrados cuidadosamente, sino que también el muerto era provisto de utensilios y comida. Es posible que los enterramientos y los vestigios de rituales en los que aparecen animales señalen los inicios de la religión. Tal vez creían ya en una especie de continuación de la vida después de la muerte. De otra manera no se explica que le dejaran al finado utensilios, armas y comida.
El hombre de Neanderthal desapareció bruscamente hace 30.000 años, en el Paleolítico inferior, a fines de la cuarta glaciación, refugiados en cuevas de la península Ibérica; su lugar fue ocupado por el Homo sapien sapiens.



                                                               VI
    
                                                              ADN del hombre de Neandertal

En 1997 se publica la secuencia de un trozo del ADN del primer fósil que se encontró del hombre de Neandertal, una subespecie extinta de la especie humana. Es la primera vez que se obtiene la secuencia molecular de un fósil humano. Cuando la secuencia se comparó con secuencias homólogas de ADN humano actual se dedujo que el antepasado común de nosotros y el hombre de Neandertal vivió hace 500.000 años, de lo que se concluye que el hombre de Neandertal se extinguió sin mezclarse con el hombre actual. Sin embargo Carlos Loluenza-Fox de la Universidad de California opina lo contario, basándose en estudios y trabajos de Bruce Lahn y Svante Pääbo. Loluenza-Fox afirma:” Lo que parecía descartado por el ADN mitocondrial ya no lo está en absoluto. Se contempla cada vez más la posibilidad de flujo genético (sexo) entre Neanderthales y Sapiens”. 


                                                             VII

                                                         Teorías acerca de su desaparición

El hombre de Neanderthal bien pudo haberse cruzado con los Cromagnon, grupo perteneciente al Homo sapiens sapiens. El fósil de Neanderthal hallado no exime que otros individuos de su especie se hubieran mezclado. La extinción pudo haberse debido a dos causas, una de ellas, la expansión de su volumen craneal y otra, la disputa de los nichos con los Cromagnon. Éstos más evolucionados podían transmitir verbalmente a sus descendientes sus conocimientos y de esa manera fueron perdiendo la memoria ancestral o instinto, que se conserva en los demás seres vivos. La parte más antigua de nuestro cerebro es el llamado paleoencéfalo o cerebro primitivo, instintivo o simplemente “cerebro reptil”. Esta parte del cerebro está formada por los ganglios basales, el tronco cerebral y el sistema reticular. Se desarrolló hace unos 500 millones de años. Se encuentra presente primordialmente en los reptiles. Tiene un papel muy importante en el control de la vida instintiva. Se encarga de autorregular el organismo. Esta armazón neural suministra el mecanismo para integrar los mensajes procedentes del medio interno y del externo, y actuar en forma refleja sobre ellos. Por lo tanto, la conducta resultante es en gran parte de tipo reflejo, lo cual implica que también es estereotipada. La conducta animal e instintiva está en gran medida controlada por esta área del cerebro. En el paleoncéfalo se procesan las experiencias primarias, no verbales, de aceptación o rechazo. Aquí se organizan y procesan las funciones que tienen que ver con el hacer y el actuar, lo cual incluye las rutinas, los hábitos, la territorialidad, el espacio vital, condicionamiento, adicciones, rituales, ritmos, imitaciones, inhibiciones y seguridad. Es el responsable de la conducta automática o programada, tales como las que se refieren a la preservación de la especie y a los cambios fisiológicos necesarios para la supervivencia. En conclusión, este cerebro se caracteriza por la acción. Es sobre todo como un guardián de la vida, relacionado directamente con el sistema neurovegetativo. Aquí encontramos los mayores sentidos de supervivencia y lucha y además, por su interrelación con los poros de la piel, este primer cerebro es nuestro sensor de peligros para el cuerpo en general. Permite con rapidez la adaptación por medio de respuestas elementales poco complicadas, emocional o intelectualmente. En el hombre primitivo ésta conducta no está en principio basada en las experiencias previas. Retiene lo asimilado por sus antepasados, tiene una memoria ancestral, no es adquirida por conocimientos impartidos por sus mayores, que por otra parte no sabían comunicarse mediante el lenguaje articulado. Este cerebro primitivo es una herencia de los períodos cavernarios, donde la supervivencia era lo esencial.
El paleoencéfalo sustenta una parte de la mente inconsciente y les permitía conectarse de otra manera con el entorno y con ellos mismos.
Para el Homo sapiens sapiens, en este lugar, se encuentra su herencia animal, prehistórica, fundamental, lo conecta directamente con el instinto y con las fuerzas de la naturaleza. A lo largo de la evolución las adquisiciones del cerebro primitivo permanecen casi idénticas en nuestro cerebro. El cerebro paleoncéfalo hace sus aportes a las conductas cotidianas. Está involucrado en la concepción de delimitación territorial, así como en una existencia rígida y casi programada. Es típica de esta conducta la repetición: un reptil nunca improvisa o investiga nuevas maneras de llegar desde su cueva hasta el borde de un arroyo, ya una vez aprendido un camino, morirá haciendo una y otra vez el mismo itinerario. Por eso puede vinculárselo a los rituales y ceremonias, así como a los comportamientos obsesivos y rutinarios.
Es en este primer cerebro donde las adicciones son muy poderosas, tanto a algo como a alguien o a una forma de actuar. Es responsable de esa fuerte ligazón que se establece desde edades muy tempranas de la vida con personas u objetos del entorno. Hay algo de la memoria ancestral que queda como el amor filial, adhesión a su familia, al clan, gusto de crear algunas cosas, placer por la caza y domesticar animales, perros, gatos, caballos, entre otros (figura Nº 13).

                                                                 13 Familia Neanderthal

Pero también puede involucrar elecciones que necesitarían un aporte decisivo de los “otros dos cerebros”, como es el caso de la elección de la pareja y de la actividad que va a realizar preferentemente. El cerebro fue evolucionando, adaptándose, creando nuevas estructuras y modificando funciones. Así aparecieron el cerebro medio o emocional, el mesoencéfalo, sede del sistema límbico, es el cerebro social, el del afecto y el miedo.
Este es común a todos los mamíferos e incluso las aves y finalmente, lo último en materia de evolución, la corteza cerebral, sede de la palabra, la razón, la personalidad y el pensamiento lógico, común a todos los primates, pero desarrollada especialmente en los seres humanos.

El Neanderthal se habría quedado a medio camino en el proceso evolutivo y como su memoria ancestral le permitía vivir perfectamente en su medio, no innovaba, no aprendió a comunicarse mediante el lenguaje hablado. Ante la presencia del Cromagnon fue perdiendo posibilidades de sobrevivir y se extinguió (figura Nº 14).

                                                                     
                                        14 Fue perdiendo posibilidades de sobrevivir y se extinguió

Luego del Neanderthal surgió el Homo sapiens sapiens, el hombre de Cromagnon y otros, que veremos en el próximo artículo antes de adentrarnos en las relaciones que pudieron haber entre los seres humanos y los dinosaurios.






         
         

1 comentarios:

A las 16 de mayo de 2011, 16:05 , Blogger Guillermo Bernengo ha dicho...

Excelente don Héctor, muy útil actualización y "racconto" de la antropología y arqueología.

Uno de los aspectos olvidados de la ciencia (para evitar el enojo de los promotore$$) es la divulgación, gracias por el blog.

Por otro lado, comparto las razones por las que no fue noticia de titulares, desgraciadamente, tanto la arqueología como la antropología sufren de otras razones para no ser noticia estelar en la información.

Por un lado, cada constatación evolutiva hace creer a los religiosos que retroceden un paso en sus planeos filosóficos, pero los huesos de Lucy y Ardi como los de tantos no los puso el diablo, ellos vivieron, y fueron nuestros primeros ojos en conocer a la naturaleza sin mas remedio. La evolución no anula a la teosofía, solo tendría que re adaptarse una ves más ¿no es así padre Kepler?

Pero hay otra razón, hay una tremenda patología que aqueja a la arqueología y antropología occidental... ¡Etiopía, nuevamente! Buen lugar don de Bethencourt para surgir y tomarse un buen café, Un Edén bien negro rebota en los cajones de la National Geographic, es el "maracanaso" de los afro descendientes. Saldría muy caro cambiar los frescos de las capillas, terrible, no solo angelitos negros, ¡también Adam y Eva por dios! el surgimiento de la humanidad en versión morena hace gruñir a mas de un profe europeo, ¡la realidad es tan terca!

Mis saludos y un gran abrazo Profe.

 

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